Antes, cuando yo tenía nueve años, muchas veces imaginaba de ninjas. Yo siempre asustaba mi mamá, por esconder en la casa. Todos los días, me enojaba al menos una vez. Yo nunca soñaba en la noche.
Ahora, yo tengo quince años. Yo no imagino de ninjas. Yo asusto mi mamá, pero con mi personalidad, porque es muy errático. Todavía, yo me enojo, pero menos de mi niñez. Yo nunca sueño, excepto cuando yo tengo mucho estrés.